Es la madrugada del 11 de mayo de 1873, un mensajero mambí informa la presencia de tropas españolas en la cercanía del campamento insurrecto y el Mayor General Ignacio Agramonte Loynaz, “El Mayor”, arenga a sus hombres y se prepara para librar su última carga por la independencia de Cuba. Una emboscada lo sorprende con pocos ayudantes y una bala en una sien lo derriba. Los soldados españoles carterean el cadáver y los oficiales al reconocer los documentos, ordenan llevar el cuerpo hacia Puerto Príncipe, donde es expuesto en el hospital de la Iglesia de San Juan de Dios, y quemado al día siguiente, soplando las cenizas a los cuatro vientos para intentar conjurar su ejemplo libertador.