En Santiago de Cuba, días anteriores al 26 julio de 1953, Año del Centenario de José Martí: como es tradicional, habían estado arribando a la ciudad miles de personas procedentes de otras provincias, entre ellas un contingente de 165 jóvenes que venían del occidente de la Isla y tenían propósitos distintos de los de participar en los carnavales santiagueros. Estos muchachos, liderados por Fidel Castro y Abel Santamaría, tenian cómo objetivo: el asalto a los Cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, en Santiago de Cuba y Bayamo respectivamente, lo cual desencadenaría la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista.
A pesar de su derroche de valentía y dignidad, los asaltantes no pudieron tomar la fortaleza y el dictador Batista ordenó eliminar a diez revolucionarios por cada soldado del régimen muerto en combate. La masacre se generalizó y fueron asesinados la mayoría de los asaltantes. Los sobrevivientes fueron detenidos, enjuiciados y condenados a prisión.
Este suceso terminó convirtiéndose en una derrota militar; sin embargo, tuvo una trascendencia extraordinaria para el movimiento de liberación nacional que se iniciaba y para el pueblo cubano, que tuvo la honra de contar en la historia de este asalto a dos valerosas mujeres protagonistas en armas: Melba Hernández y Haydée Santamaría.